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El libro del Maestro - EL DON DE LA PROFECIA


EL VALOR DE LA PROFECÍA 

Pregunta: Ante las innumerables contradicciones que se observan entre las diversas
profecías que el mundo nuestro conoce, ¿no sería preferible que las consideráramos
como de poca importancia? 

Ramatís: Exactitud absoluta sólo la encontraréis en la eterna manifestación global de
Dios. Si en vuestra propia esfera científica positiva rectificáis continuamente las
brillantes y consagradas teorías y las substituís por nuevos principios, ¿por qué motivo
exigís la ausencia de contradicciones en las profecías que ultrapasan el entendimiento
común del presente? Si hay equívocos en vuestra ciencia académica, que es segura en
experimentaciones concretas, cuanto más en el arte de profetizar, que sólo manifiesta las
cosas del futuro. 

Pregunta: Los equívocos encontrados en las profecías consumadas, ¿no resultan
desacreditables para las predicciones posteriores? 

Ramatís: Los errores o los equívocos de vuestra ciencia oficial no invalidan las futuras
investigaciones ni aparta a los cientificistas de sus trabajos comunes. El equívoco
científico decía que la Tierra era el centro del sistema solar; posteriormente fue anulado
por Copérnico el autor del sistema heliocéntrico. Mientras tanto, vuestros sabios no se
desanimaron por esa y otras contradicciones anteriores, y en la actualidad perciben la
posibilidad de que el Sol no sea herméticamente el centro del sistema planetario en que
vivís. La reciente teoría, según la cual los cuerpos pierden peso en el espacio a causa del
asedio de los rayos cósmicos, al recibir presión pareja por todos los lados, pone en
ridículo la ley de Newton, pero es muy probable que esto no elimine el gusto por las
nuevas investigaciones y que posteriormente se realicen las enmiendas debidas en el
campo científico.
Los equívocos disminuyen a medida que el espíritu avanza en el área de conciencia
espiritual, pues el error es una consecuencia, porque el alma habita en lo relativo y no
puede abrazar el conocimiento del Todo, que es Dios. La simiente estará en equívoco si
intenta describir al árbol antes de germinar, pues el "todo" vegetal sólo se completa
gradualmente en los diversos ajustes que la propia simiente efectúa en su continuo
crecimiento hacia lo alto. Es de sentido común que la parte se engaña tanto más cuanto
más distante se encuentra del Todo. El hombre se ajusta mejor a la idea de Dios
procurando "sentirlo" antes que describirlo; la profecía que se conoce fuera del tiempo
y, del espacio también exige primero el "sentir" y después el "saber". 

Pregunta: ¿No sería mejor dispensar de las profecías, ante la convicción de que los
equívocos sean muy numerosos respecto de las de la ciencia común?. 

Ramatís: Vosotros os equivocáis bastante al querer probar la inmortalidad del alma, sin
que por eso consideréis más sensato el abandono de las investigaciones futuras. La
promiscuidad que notáis entre las comunicaciones espiritas sensatas y las ridículas y
rumorosas versiones no os impide que realicéis nuevas permutas con el mundo
invisible. Los médium continúan interviniendo en las comunicaciones, con su
personalidad anímica y sus concepciones demasiado ''tierra a tierra", oscureciendo las
comunicaciones genuinas y truncando los conceptos elevados; mientras tanto proseguís
con ese intercambio, despreciando los numerosos equívocos que se registran. Los
engaños en las profecías serán eliminados por la procura bienintencionada de la realidad
de la predicción y no por la anticipada negación, consecuente de la falta de afinidad
electiva.
Debido a la disposición inquebrantable de los antiguos discípulos, que no se dejaron
abatir por los primeros equívocos cometidos, la Astrología pudo consolidar las bases
que hoy le ofrece el cientificismo de los astrónomos. Aunque la Astronomía se
encuentre revestida de la brillante terminología de la ciencia académica, debe sus
descubrimientos a los empíricos astrólogos del pasado y, principalmente, a los
visionarios profetas de la Biblia. 

Pregunta: La propia Biblia nos aconseja que desconfiemos de los "falsos profetas".
¿Cómo distinguirlos entre los reales, si todos vaticinan sólo para el futuro?. 

Ramatís: Realmente, hay falsos profetas, pero Pablo de Tarso, en su epístola a los
tesalonicenses, dice (capítulos 5-20 y 21): "No menospreciéis las profecías" y (21)
"Examinado todo; retened lo bueno". Reconocemos que se os vuelve dificilísimo
distinguir al bueno y malo de los profetas, antes que se realicen las predicciones, mas
Pablo os indica para conseguir eso, acatar solamente las sugestiones superiores, pues los
buenos profetas, aunque pregonen dolores y eventos trágicos, indican siempre los
caminos dignos para el espíritu. El mal profeta puede identificarse con aquel que se
dedica a la cartomancia, con la gitana que predica la buenaventura, con el astrólogo
comerciante, que vende horóscopos hechos en cantidad; con las pitonisas lúgubres y con
los malos videntes, consejeros de intrigas políticas. Son malos profetas los que siembran
desconfianza y abaten el ánimo humano, los que predicen diagnósticos en la terapéutica
indigna, observando el lucro fácil; los que siembran pesimismo, descreimiento o
alientan la incompatibilidad entre la parentela del mundo; los que señalan a los
adversarios e inspiran odios y conflictos; los que sugieren antipatías y aconsejan
venganzas humanas. El buen profeta, cuando señala ciclos trágicos para la humanidad,
invita a los seres a convertirse a la ética divina y hace amplios llamamientos créticos en
los cuales se acentúa la belleza del mensaje del Evangelio y se valoriza la conducta
superior del Espíritu. 

Pregunta: En ese caso, ¿deben considerarse falsos profetas todos los cartománticos,
lectores de manos o pitonisas que profetizan bajo remuneraciones?. 

Ramatís: Es necesario que no toméis nuestras afirmativas por conceptos restrictivos, de
sentido exclusivista con relación al profetismo. Nos referimos a los malos profetas, es
decir, a todos aquellos que a cambio de recompensas fomentan la perturbación entre los
seres, inspiran confusión en el mundo y se sirven de la intuición o de la videncia como
auxiliares para la falsa profecía. Incluimos en ese número a muchas criaturas que
profetizan la maledicencia y desaniman al prójimo, aunque lo realicen sin
remuneración, a los cuales también se ajusta el título de malos profetas.
Destacamos, mientras tanto, a los devotos sinceros al servicio del Cristo, que auxilian a
sus consultantes, ofreciéndoles el consejo evangélico, estímulos para la vida, confort
para el alma debilitada y la inspiran hacia el perdón. Este trabajo es digno de la esfera
de la profecía, que es ejecutado siempre por las criaturas humildes y también por los
grandes intelectos.
Vuestro mundo está poblado de seres nacidos en la pobreza e ignorancia que son
bendecidores, rezadores de responsos, exorcistas y curanderos pintorescos, pero dejan
un rastro de bondad en el trabajo sacrificial, para que sus hermanos en dificultades
tomen el ejemplo. Aquí la vecina de buena voluntad deja el trabajo para cortar el
"empacho" al pequeñito sufriente; allí la negra lustrosa, bonachona, compenetradísima
con su brasero, donde humean las "hierbas salvadoras", limpia el aura del irritado
invigilante y desanimado de espíritu; acullá, la misionera cristiana, delante del triste
y desesperado, consigue, después de mucho esfuerzo, eliminarle la idea del suicidio, en
la predicción de un futuro más venturoso en el cielo. Dios, que hace brotar el lirio en los
pantanos y las flores al lado de las frágiles taperas, también os envía el consejo y la
dirección espiritual, por boca de los pobres, ignorantes y hasta de los impuros.
No os dejéis impresionar por los rótulos académicos ni por las posiciones sociales del
mundo; el Creador emplea ciertos recursos para que el intelectual y el rico comprendan
que no siempre su sabiduría y su riqueza les pueden asegurar las dotes del espíritu.
¡Cuántas veces la vieja negra deja sus quehaceres domésticos para atender al intelectual
cargado de fluidos malos o debe ir a socorrer a la familia rica, que la -traslada en su
costoso automóvil para que le cure a su hijito! Ese ejército de criaturas ignoradas que
lidian diariamente con las tareas agresivas de las "descargas fluídicas", intercalan en sus
vidas pobres, atribuladas, el trabajo de oraciones, bendiciones y "limpiezas astrales",
para los más cultos, ricos y provistos de diplomas académicos.
Procediendo así, representan el mensaje de cooperación y armonía fraternas propagado
por Jesús. Innumerables veces el orgullo científico, la vanidad estúpida que mora en los
palacetes lujosos adornados por el cerebro genial, no reconoce humildemente que el
Bien y el Amor son bendiciones divinas, que el Padre ofrece también por intermedio de
los corazones desheredados de la suerte. En ese trabajo simple se evidencia la divina
máxima que dice: "los humildes serán exaltados y los exaltados serán humillados".
Criaturas que desprecian todo, confían solamente en la preciosidad técnica de la ciencia
humana; después de recordar su "vía crucis" por los consultorios médicos y hospitales
famosos, terminan aceptando el socorro de la mujer pobre, que los expurga de las
complicaciones del hechizo, hecho comúnmente en las almohadas, colchones o ropas
íntimas. ¿Qué importa que ese hechizo sea merecido o no, real o ficticio, cuando su
verdadero objetivo es la redención, a fin de abatir el exceso de orgullo o vanidad, que
puede estar matando la belleza del alma de aquellos que juzgan bastarse por sí solos?. 

Presunta: Lo que decís encierra una gran verdad, pues nosotros mismos fuimos
beneficiados por esos bondadosos seres, que nos dispensaron favores cristianos con la
bondad del servicio gratuito. Pero censuramos a aquellos que ejercen esas facultades
aceptando dinero por auxiliar al prójimo.
Aprendimos de Jesús que se debe "dar de gracia lo que de gracia se recibe". ¿Estamos
equivocados? 

Ramatís: No cumple a nosotros juzgar el trabajo de los seres humanos; sólo deseamos
destacar el "quantum" de renuncia y trabajo que los humildes ofrecen para el bien ajeno.
Es obvio que tendrá más merecimientos delante de Dios, la vieja negra, que aun se
perjudica en su trabajo doméstico al prestar servicios de amor al prójimo, a través de la
cura o el "parto" gratuito, que la mujer que sólo hace lo mismo a cambio de buenas
remuneraciones. Pero no debéis exagerar demasiado ese concepto del "dar de gracia",
cuando lo aplicáis exclusivamente para juzgar al ajeno, puesto que habéis recibido de
"gracia" los dones que el Padre creó, dado que Él es el verdadero donador de la vida.
Todos vosotros estáis llenos de esos dones- Ojos, manos, oídos, paladar, olfato y tacto
son dádivas que el Padre os concedió para el crecimiento espiritual.
Mientras tanto, esos bienes sublimes se transforman en instrumento para pronosticar la
caída moral de la hermana ignorante, el fracaso del amigo o la decadencia del ciudadano
íntegro. La lengua generosa es usada para acusar, blasfemar e injuriar; los oídos se
agudizan para recoger maledicencias, intrigas y noticias exageradas hacia las fuentes del
escándalo; las manos creadas como instrumento bendecido para el trabajo, la caricia y el
servicio al bien, abofetean, señalan defectos, roban, construyen cañones, puñales,
revólveres y aparatos de muerte de todo género. Los dones del olfato se pervierten en
busca de perfumes voluptuosos en las alcobas del vicio o en las emanaciones del opio o
de la nicotina deprimente; el paladar se corrompe con los alcoholes de las tabernas o
con los corrosivos de elegantes etiquetas doradas.
Después del mal empleo que se hace de esos dones magníficos, que de gracia el Padre
os ofrece, creemos que es bien disculpable el acto de la vieja negra que acepta la
moneda para adquirir leche para su hijito o el vestido para su hija ofreciendo en cambio
oraciones y bendiciones simpáticas, acompañadas del indefectible "loado sea nuestro
Señor Jesús-Cristo".
La industria de la Fe, muy preferida por los doctos de vuestro mundo, obtiene
voluminoso rendimiento a través del mecanismo de los rezos y alabanzas, sin que
provoque censuras por vuestra parte. La ciencia bajo el aparato impresionante de la
terminología clásica, también ejerce su sapiencia dedicándose al nada glorioso
comercio de explotar deliberadamente el dolor humano. 

Pregunta: ¿No serán malos profetas aquellos que auguran acontecimientos ruines y
trágicos?. 

Ramatís: Siempre que los malos acontecimientos profetizados se realicen, no deben
considerarse como malos profetas, en vista de que los hechos previstos, aunque fuesen
trágicos, estaban en los designios de Dios y lo exaltaron como profetas de real
capacidad. Cuando el profeta no acertara en sus malas predicciones, debéis considerarlo
como incapaz, clasificándolo entre los pronosticado-res inofensivos o entremetidos, los
cuales carecen hasta de los dones del mal agüero.
Sobre la base de la proverbial desconfianza de vuestra humanidad, son bien pequeños
los perjuicios que os pueden causar las profecías, pues generalmente los profetas
pierden su precioso tiempo intentando impresionaros para el futuro, sin alcanzar el éxito
deseado. Hace dos mil años el más sublime de todos los profetas os advirtió que serían
juzgados los vivos y los muertos; que los buenos se sentarían a su derecha y los malos a
su izquierda; las ovejas serían separadas de los lobos y el trigo del yuyo. ¿Vuestra
humanidad ha demostrado confianza a esa predicción de Jesús, preocupándose de la
gravedad del juicio final o por la posibilidad de ser exiliados hacia los mundos
infernales, donde sólo existe el "rugir de los dientes"? Si después de tanto tiempo
olvidasteis el Evangelio que os lleva hacia la derecha de Jesús, es obvio que daréis
menos importancia a las profecías que son de orden secundario. 

Pregunta: Suponiendo que una predicción pueda causar pánico anticipadamente entre
los seres temerosos, como en el caso de la aproximación del "astro intruso", ¿no podría
considerarse como una mala profecía?. 

Ramatís: No son las malas profecías las culpables del pánico entre las criaturas
humanas, pero sí las condiciones psicológicas de esas mismas criaturas. El descontrol
emotivo y el desequilibrio psicológico es lo que aumenta peligrosamente la visión del
acontecimiento en la mente humana. Es suficiente un simple foco de "fuego" en el
interior de un cinematógrafo para que suceda una tragedia, a consecuencia de la feroz
ansiedad de querer salvar cada uno el pellejo. El pánico, o sea la desesperación causada
por el miedo, tiene por causa fundamental el excesivo apego a la vida humana.
Es común a las criaturas egoístas querer sobrevivir a cualquier precio, sin
importarles el sacrificio de las vidas ajenas. El instinto vigoroso de sobrevivir a toda
costa es el que crea el pánico. Ante un naufragio o de una catástrofe inminente, las
criaturas humanas tratan de herir o matar despiadadamente, a fin de continuar
subsistiendo en el plano carnal, porque el terror, estando latente en sus almas, les hace
olvidar los valores sublimes del espíritu y de sacrificarse por el prójimo. El pánico es el
miedo acentuado y supervisado por el egoísmo humano; se manifiesta en todos los actos
que amenacen los intereses humanos e individuales de los seres.
Surge generalmente en casi todos los actos de vuestra vida; aquí, en épocas de
racionamiento, asoma en aquellos que se manifiestan afligidos por alcanzar los primeros
puestos en las filas de abastecimiento; allí ataca vigoroso y dañino a las mujeres
indisciplinadas que se insultan furiosamente en las liquidaciones comerciales de última
hora; acullá, agresivo e insano, actúa en los ómnibus supercompletos, imponiéndose por
la fuerza bruta. Cuando el ser humano se integra conscientemente al divino mensaje del
Evangelio de Jesús, abdicando de ciertas situaciones del mundo provisorio de la carne,
cediendo favores a los más necesitados, estamos seguros de que con esas cualidades
ningún profeta, por más aterrador que sea, será capaz de producir pánico alguno.
Sócrates, Pablo de Tarso, Esteban, Giordano Bruno, Savonarola, Juan Huss, Juana de
Arco y otros seres integrados en el ideal superior del espíritu, cuando fueron sometidos
a terribles torturas, supieron morir serenamente, sin ser presas del pánico, propio de las
almas desesperadas por el excesivo amor a la vida material. Los cristianos devorados
en los circos romanos por las fieras hambrientas no sucumbieron por el terror. Las
profecías, por sí solas, no crean pánico; es la cruel idea de perder la vida física y los
tesoros del mundo provisorio el que provoca desvaríos, siendo entonces el instinto
animal el que sofoca el reflejo superior del espíritu. Evangelizaos realmente como el
Cristo, que es amor y renuncia, y desaparecerá el peligro del pánico o el miedo a las
profecías volanderas.
Cada flor como cada acontecimiento, sólo se gesta en su clima favorito. La más
dantesca profecía será siempre inofensiva ante la serenidad de Jesús, por su absoluta
renuncia a los tesoros de la Tierra. Cuando en lo íntimo de vuestras almas se extinga la
codicia, egoísmo, avaricia, vanidad y lujuria, entonces consideraréis a los profetas como
inofensivos pregonadores de acontecimientos futuros, cuyo aspecto trágico se
desvanecerá ante vuestros objetivos más elevados. 

Pregunta: Nosotros no podemos huir de esa atmósfera trágica que nos crea la secuencia
profética del "fin del mundo", a la vez que nos trae atemorizantes preocupaciones. ¿Qué
nos decís?. 

Ramatís: La extensión o amplitud de esa tragedia está en la medida exacta del modo de
pensar e interpretar de cada ser. Ya os dijimos que aquellos que consideran el cortejo de
placeres mediocres y las fugaces glorias de la Tierra como objetivos importantísimos y
definitivos a ser alcanzados, presuponen que el fin del mundo es un plan terrible y hasta
injusto. Pero los que comprenden e interpretan que el dolor es un medio de purificación
y aceptan la muerte como liberación del mundo ilusorio, no sufren perturbaciones en su
equilibrio interior. El agua pura no se aflige por la partícula de polvo que se adhiere en
el exterior del frasco. 

Pregunta: Ante el fatalismo de ese estado psicológico en los seres, ¿no resulta
indiferente que se divulguen las profecías ruines o peligrosas?. 

Ramatís: Consideramos que es inútil el exterminio de la simiente dañina si continuáis
preparando el clima favorable para que ella exista. Cuando modifiquéis la psicología del
espíritu, que es ferozmente apegado a los tesoros de la Tierra, para dedicaros a cultivar
solamente los bienes pregonados por el Cristo, también desaparecerá no lo dudéis, el
sentido ruin o peligroso de las profecías. El profeta ruin será siempre un eco perdido en
el seno de la humanidad, porque no se integra a las enseñanzas de Jesús. Se hace
imposible para el médico intentar expulsar los bacilos de Koch en el tuberculoso antes
de higienizar el medio en donde se nutre ese microbio patogénico. La confianza en la
vida futura y las pruebas por los acontecimientos, por peores que éstos sean, siempre
son recursos benéficos con que la ciencia cósmica disciplina el instinto animal, para así
poder modelar el ángel refulgente, que termina disipando los objetivos del sufrimiento
humano y el pánico brutal, ante el miedo de morir. 

Pregunta: Tenemos la impresión de que si las profecías ofrecen detalles convincentes,
al punto de despertar pánico, podrían también, por otro lado, estimular la perversión de
las costumbres, pues, ante el llamado "fin del mundo", los izquierdistas apresurarán la
indisciplina para poder aprovechar el tiempo que les resta. Hemos notado que en los
períodos de guerra, miseria y revoluciones, la disciplina tradicional desaparece y las
pasiones humanas dominan peligrosamente. ¿Qué opináis?. 

Ramatís: La profecía no crea ni provoca el clima psicológico indisciplinado; solamente
revela objetivamente la tendencia al desvío que existe en potencia en las criaturas. El
profeta anuncia el acontecimiento trágico y su plazo improrrogable como advertencia
espiritual; es lógico que cada uno reciba la advertencia conforme a su propia
idiosincrasia.
Vosotros sabéis perfectamente que cuando las pasiones inferiores hacen eclosión en
algunos hombres negligentes, los esclaviza en los más repugnantes vicios de la carne;
en otros, sus energías se despiertan hacia la tenacidad, el coraje, sustentándolos como
almas franciscanas que emplean todos sus esfuerzos para socorrer a los desesperados.
Olvidáis que las pasiones inferiores se instalaron en los lupanares, alcobas secretas y
lugares lúbricos, que son ajenos a la predicción del "fin del mundo". La censura moral
es lo que de algún modo impide la trascendencia de esas inferioridades hacia los
ambientes exteriores.
Al profeta no se lo puede responsabilizar por la eclosión de las pasiones humanas, que
se descontrolan debido a la influencia de su profecía, así como Juan el Bautista o Pedro
el Eremita no pueden ser responsabilizados por las verdades que confirmaron en sus
profecías. Roma, en loca orgía, se degradó y niveló a la esfera energética del animal, sin
las profecías del "juicio final". Sin embargo, tenemos la seguridad de que el más
atemorizante vaticinio no sería capaz de inspirar el desvío en las almas purificadas de un
Francisco de Asís o Teresita de Jesús porque se han liberado definitivamente de los
impulsos inferiores. 

Pregunta: ¿Cómo podríamos conocer a los buenos profetas, a fin de acatar sus buenas
predicciones?. 

Ramatís: La competencia de los profetas sólo puede conocerse por la exactitud con que
se hayan realizado sus predicciones anteriores. En el caso de ser su primera profecía,
sólo será avalada después del acontecimiento predicho. No podéis conocer el valor del
profeta mientras su predicción estuviera en vías de realización; debido a esa
circunstancia, se confunden a los buenos con los malos profetas. Estas cosas se
asemejan a las pinturas modernas de vuestro mundo, que tienen algo de profético
porque parten de una amalgama de artistas y charlatanes a quienes difícilmente podréis
distinguir en sus verdaderas habilidades, dado que esa pintura pide más tiempo para su
definitiva exaltación artística. Los buenos profetas, que revelaron mayor capacidad e
inspiraron confianza en sus predicciones, descendieron siempre de los israelitas, que
tenían el don congénito de profetizar, gracias al sentido oculto espiritual que habían
desenvuelto en el planeta Cápela, de donde emigraron para formar la raza hebraica
sobre la Tierra. Entre los hebreos, fue la tribu de Issachar -constituida por espíritus
afines- la que aportó el mejor linaje de profetas. Eran videntes que exponían con
firmeza y seguridad sus visiones y los relatos bíblicos son unánimes en afirmar que
ellos eran "diestros en la ciencia de los tiempos" para ordenar lo que Israel debía hacer.
Es por eso que aun hoy los mejores profetas de la Tierra tienen sus ascendientes
biológicos en la tribu de Issachar. 

Pregunta: ¿Por qué motivo hay tanta dificultad para interpretar las profecías? Si se trata
de un don superior y de utilidad, puesto que sirve para advertir a los pueblos
desorientados de los peligros que les esperan, ¿no podría el profeta prescindir del
exhaustivo simbolismo que generalmente confunde y contradice las predicciones?. 

Ramatís: El desconocimiento del mecanismo iniciático, principalmente entre los
cientificistas académicos, es lo que despierta desconfianza con respecto al contenido
real que se esconde detrás del simbolismo de la profecía. Aunque el empirismo aparente
produzca cierta desconfianza, la profecía es ciencia de profundidad en la esfera de la
Intuición y exige inmenso esfuerzo por parte del profeta para adaptarla al mundo de la
forma. Es ciencia disciplinada por leyes mucho más delicadas que las que rigen vuestra
ciencia oficial; posee un lenguaje diferente y una técnica especial que escapa a vuestro
sentido objetivo, siendo solamente comprensible para los iniciados. Los equívocos
proféticos no dependen solamente de los profetizadores, pues los intérpretes, al
someterlas a exámenes puramente objetivos, confunden la idea con su vestidura y
quieren encuadrarla forzosamente en las leyes experimentales de los laboratorios.
La configuración exterior de un acontecimiento profético siempre es alegórica; nos
recuerda a la idea de querer representar a la vida floreciente en la figura de una vaporosa
ninfa que baila en un nostálgico paisaje o al inquieto Cupido invocado en su figura para
simbolizar el Amor. Cuando Jesús decía que los buenos se sentarían a su derecha y los
malos a su izquierda, eso no autoriza a que se imagine una numerosa platea de almas
estáticas, embelesadas, cercando al Maestro para toda la eternidad.
En realidad, el divino Rabí se refería tan solamente a los estados íntimos de paz o
desesperación que cada alma en sí contiene, de conformidad al medio que irán a habitar
después de su aprendizaje espiritual. 

Pregunta: ¿Debemos considerar a los profetas como misioneros o como simples
criaturas dotadas de facultades poco comunes?. 

Ramatís: No hay privilegio entre los hijos de Dios; todos ellos han de conquistar la
gloria y el poder a través de sus propios esfuerzos. Apenas varían los ideales y los
caminos conforme a la preferencia de la índole psicológica de cada alma. Los profetas
son aquellos que se sienten inclinados hacia el trabajo de la predicción, en cuyo empeño
progresan cada vez más, hasta alcanzar el verdadero entendimiento creador del futuro. 

Pregunta: ¿Los profetas tienen visiones propias o perciben aquellas que les transmiten
los Espíritus Superiores?. 

Ramatís: Es lo mismo que los eventos proféticos; no hay regla sin excepción. Para
vuestra mejor comprensión, distinguiremos a los profetas en dos órdenes que se
diferencian en su modo de actuar; algunos, en tranca, tienen visiones del futuro, porque
penetran íntimamente entre los bastidores espirituales, donde los Mentores de los Orbes
planean la configuración de los mundos para el intercambio humano; otros reciben en sí
mismos los clisés o las matrices en donde se delinean los fenómenos futuros. Les parece
que su conciencia se desprende de las fronteras comunes del mundo material, perdiendo
la noción del tiempo y del espacio; sienten los acontecimientos futuros en el momento
presente. Los videntes de mayor expansión concienzal Vibran en frecuencias más altas
y captan los llamados "arquetipos" de los acontecimientos futuros.
Es idéntico a lo que decía Jesús en su lenguaje: "el reino de Dios está dentro del
hombre"; la conciencia del profeta, cual gota del océano espiritual en que se sumerge, se
amplía en todos los sentidos y abarca mayor porción del propio océano, o sea las obras
de Dios. 

Pregunta: Hemos observado que los hombres, cuando son dotados de gran sentido
crítico, no creen en las profecías. ¿Por qué será?. 

Ramatís: Aunque estáis en un mundo accesible a los equívocos, los hombres que
"sienten" a Dios mucho antes que el deseo de explicarlo, confían en las profecías,
porque las consideran como un recurso de suma importancia para que las criaturas se
integren definitivamente a la realidad espiritual. La profecía, como decía Pablo de
Tarso, es la invitación anticipada para que "el hombre-espíritu" se libere de la esclavitud
del "hombre-carne" y de las sensaciones provisorias. Continuamente Dios os envía
grandes "misioneros del futuro" que descienden- de los cielos para haceros comprobar
que las aparentes contradicciones de los vaticinios encubren importantes mensajes de
las realizaciones futuras. Aquellos que sólo admiten la realidad de los acontecimientos
bajo el exclusivismo de las experimentaciones científicas y condenan a los profetas
como inútiles, no alcanzaron aún la orilla hiper-sensible del sexto sentido, que será una
facultad normal para el fin del tercer milenio. Confunden la ausencia de un sentido, que
les haría percibir el mensaje profético, con el puro intelectualismo del mundo de las
formas, que los vuelve repetidores incesantes de lo manifestado por otros. Para tasar el
valor profético, acumulan pruebas a través de la precariedad de los cinco sentidos; al
mismo tiempo, los descubrimientos se repiten y las leyes en uso se modifican en cada
paso. Invocan altos conocimientos para la fiscalización de los acontecimientos
profetizados, que fueron trazados en los cielos y paradójicamente fracasan en su
aplicación espiritual en la Tierra. 

Pregunta: ¿No confiáis, entonces, en el carácter, el positivismo y el esfuerzo
progresivo de la ciencia de este mundo?. 

Ramatís: Reconocemos la necesidad de las experimentaciones científicas, basadas en
los conceptos del primer saber, para después creer; nos referimos al milenario
escepticismo de vuestros cientificistas, los cuales como hombres de inteligencia
positiva, subestiman los nuevos mensajes, a la vez que desprecian su propia ciencia
académica. Comúnmente, el sensacional descubrimiento o la solución científica, que
enciende entusiasmos académicos, ya era conocido por el profeta o el místico, que lo
"sentía" en lo recóndito de su alma, antes de su eclosión científica, bajo el complejo
aparato del laboratorio. El ironizado magnetismo de Mesmer fue más tarde "descubierto
por segunda vez" por la ciencia oficial, que le dio el aristocrático nombre de "efluvios
ódicos", a los que fue posible fotografiar en placas sensibles.
Antiguamente la telepatía era tenida como sugestión infantil; hoy es respetada,
naturalmente, bajo el bautismo científico de "ondas micro-cortas" cerebral, familiar a
los aparatos detectores de mentiras y los denominados electroencefalógrafos. La antigua
alquimia, que hacía oro, fue considerada charlatanismo y brujería; mientras tanto, la
ciencia terrena también substituye sus teorías y modifica sus cálculos "definitivos",
fabrica actualmente perlas sintéticas, oro artificial y ensaya composiciones de piedras
preciosas en relación a las verdaderas.
Innumerables veces, el cientificismo se torna hasta anticientífico, pues no es raro
observar cómo rehuyen el estudio de los hechos en forma deliberada, mientras que
muchos de ellos exigen la buena fe inicial hasta de los sabios. El escepticismo es en
realidad el responsable de la larga serie de derrotas de vuestra ciencia, paradójicamente
considerada "la más bien informada". Ideas propuestas, invenciones simples y teorías
sencillas han sido condenadas a priori por el propio academicismo oficial, tomadas
como cosas aberrantes e infantiles, para consagrarlas más tarde por parte de otros
cientificistas estudiosos de los fenómenos de la vida. 

Pregunta: Basándose en el celo que, lógicamente, han de provocar vuestras
afirmaciones, ¿nos podríais dar algunas pruebas concretas de ese procedimiento
anticientífico de algunos cientificistas de nuestro mundo?. 

Ramatís: El famoso Magendie negó la posibilidad de la anestesia quirúrgica; todos los
miembros de las academias de la época de Pasteur negaban la acción de los microbios
en la patogenia; Bouillaud declaró que la telefonía no pasaba de ser ventriloquia;
Lavoisier el químico por excelencia y cientificista consagrado, negó que cayesen
piedras del cielo, como relataba la Biblia, lo que más tarde la propia ciencia reconoció
como caídas de meteoritos. La propia Academia de Ciencia Francesa, en 1875, prohibió
que se tratase un asunto tan ridículo. La idea de que el agua pudiese elevarse, por medio
de tubos, hacia lugares más altos, fue considerada una verdadera locura por el famoso P.
S. Girard, que no sospechaba el descubrimiento de las actuales bombas hidroeléctricas y
aun manuales, que elevan el agua a grandes alturas. La ciencia se divirtió muchísimo
cuando el doctor Dunlop concibió la idea de hinchar con aire las ruedas de caucho, lo
que, para vergüenza de la sabiduría positiva de aquel tiempo, consagró a su autor en la
industria de neumáticos modernos. J. Muller de indiscutible cultura científica, negó que
se pudiese medir la velocidad de la corriente nerviosa; los más acreditados médicos del
mundo quedaron indignados cuando Harvey aseguró que había descubierto la
circulación sanguínea; cuando Semmelweis diagnosticó que la fiebre puerperal era de
origen infeccioso, los médicos y estudiantes, para burlarse de él, se lavaban
prolongadamente las manos antes de tratar a las parturientas. Y desaparecieron, por
ventura, esas costumbres anticientíficas..., entre vuestros cientificistas, que continúan
sonriendo con aire de superioridad ante la evidencia de los fenómenos espiritas, de las
comunicaciones entre los muertos y vivos, de las obsesiones, y todavía no les es posible
concebir el proceso lógico y sensato de la reencarnación. Pocas afirmaciones, en vuestro
mundo, han sido cuerdas por parte de vuestros cientificistas ante los casos de
teratología, declarando que sus exposiciones sólo son una simple asociación de ideas.
La verdad, mientras tanto, es que esa disposición que tienen para aferrarse a los
principios denominados científicos, no pasa de ser una ingenua simulación del
escepticismo académico, incapaz de "sentir" aquello que después de percibido se vuelve
común y asimilable para cualquier mentalidad reducida. 

Pregunta: Muchos científicos menosprecian las profecías, afirmando que
la exactitud de los acontecimientos profetizados es una coincidencia tardía
con las leyes naturales. ¿Qué nos decís al respecto?. 

Ramatís: Sería imposible juzgar acontecimientos que escapan a la noción del espacio y
el tiempo, si os valéis de principios comunes, que rigen el mecanismo provisorio del
mundo material. El profeta, ante la dificultad de describir en la morfología humana los
acontecimientos que prevé en otras dimensiones, desconocidas para vosotros, se ve
obligado a servirse de los símbolos para que puedan considerarse o interpretarse al pie
de la letra por los cientificistas legos en el asunto, que los toman como si fueran los
propios acontecimientos. En el siglo pasado, a quien afirmara haber visto barcos o
carruajes volando por entre las nubes, se lo hubiera considerado un loco; hoy en vuestro
siglo, los barcos realmente vuelan, en la figura de los hidroaviones, y los carruajes
surcan los aires, en forma de gigantescas aeronaves, confirmando las profecías del
pasado. El barco volador, que no debería interpretarse al pie de la letra, fue la imagen
que el profeta encontró más apropiada, en aquella época, para poder explicar su
profecía. Debería haberse interpretado el espíritu de la palabra y no la palabra del
espíritu del profeta.
El don de profetizar tiene una característica terminológica, un verdadero lenguaje
iniciático, como lo hay en la ciencia terrena, que también se sirve de símbolos o
nomenclatura clásica para el más rápido entendimiento entre los estudiantes y la misma
ciencia. La simbología de la misma química, la terminología médica o el lenguaje
masónico son comprendida perfectamente entre sus cultores e inspiran a veces
desconfianza a los profanos, y desde ya que a ciertos cientificistas que hablan de las
inexactitudes de las profecías. El juzgamiento que subestima a la profecía proviene de
las interpretaciones prematuras, al no comprenderlas, considerándose al envoltorio
como si fuera el contenido. La etiqueta brillante no garantiza la existencia del vino puro
en la botella, ni el rótulo ilegible indica la impureza del líquido. Aquellos que realmente
saben interpretar el simbolismo de las predicciones de valor se ríen de la ingenuidad de
vuestra ciencia cuando pretende sacar ilaciones ridículas sobre los involucros
transitorios de la profecía. 

Pregunta: ¿Podría ser posible que las profecías bíblicas, como las de Isaías y
Nostradamus, posean simbolismos cabalísticos de la esfera espiritual, sin conexión
alguna con los acontecimientos trágicos y materiales del "fin del mundo", que parece
desmentir la regularidad de las leyes astronómicas conocidas?. 

Ramatís: Ya tenéis la prueba terminante de que no existen "milagros" que deroguen las
leyes de Dios. Por lo tanto, es obvio manifestar que los principios regentes de los
fenómenos de la vida han existido mucho antes de que la ciencia humana los
consagraran o clasificaran académicamente. Lo más insólito y aberrante para vuestro
entendimiento pueden ser acontecimientos reales, sometidos a principios lógicos que se
derivan de la Ley Mayor. Cuando los antiguos cientificistas defendían la teoría de que la
Tierra era semejante a un plano nivelado asentado sobre columnas que debían perderse
en las profundidades, bajo los pies de la humanidad, se hubiera considerado loco al que
hubiese osado afirmar que la Tierra era un globo que giraba alrededor del Sol y de sí
misma. Si las leyes conocidas creaban soportes sidéreos para sustentar el mundo plano,
cómo podría comprenderse la ley que sustenta a la gigantesca bola que rueda en el
espacio? ¡Cuántos cientificistas aconsejaron a Colón que desistiera de su temeraria idea,
advirtiéndole que terminaría cayendo con sus navíos al otro lado de los mares, donde las
aguas se precipitaban en barullentas y gigantescas cataratas! Los fenómenos
extraordinarios tienen que surgir antes de clasificarse en las leyes actuales -esto es
indudable-; pero el mérito no cabe al "visto" académico, por el hecho de haber
descubierto las leyes, pero sí a los que con anterioridad "sintieron" el fenómeno en su
campo imponderable, revelado tácitamente en sentido más alto, en una hipersensibilidad
que sobrepasa la receptividad común de los seres humanos.
Colón descubrió la América porque la "sintió" antes; Edison fue tenaz y logró establecer
el cientificismo de la Luz porque la percibió primero en su campo psíquico; Palissy
quemó los muebles y el piso de su hogar y se lo tildó de loco porque "sentía" en sí
mismo que la porcelana era una realidad que entreviera su alma. Nuestros mensajes,
basados en los profetas bíblicos o en los modernos, pueden provocar duda o sarcasmo,
porque la ciencia terrena aún no puede vislumbrar las leyes que rigen a los fenómenos
anunciados.
Cuando se levante el "Velo de Isis", que en parte dificulta la identificación plena de los
hechos, los cientificistas darán su beneplácito a nuestros relatos. Se acabará la
desconfianza ante las llamadas aberraciones astronómicas, mientras que los
cientificistas tratarán de invocar "derechos reservados" por los descubrimientos
sorprendentes. 

Pregunta: ¿Por qué motivo, una vez producidos los acontecimientos profetizados, los
estudiosos del asunto lo identifican sensatamente? Hemos notado que a medida que la
ciencia oficial confirma los descubrimientos científicos, los intérpretes de las profecías
aportan pruebas materiales y explican la lógica de las profecías. Esa forma de verificar
las profecías sobre los hechos ya consumados parecería que desvalorizara las
predicciones. ¿No es verdad?. 

Ramatís: Las profecías son relatos de acontecimientos que ultrapasan los siglos y se
concretan bajo aspectos materiales diferentes de aquellos que comúnmente eran
conocidos en la época de la predicción. El profeta aprende el espíritu de las cosas por
venir, pero ignora las imágenes reales que tomarán en lo futuro, cuando se presenten
materializadas a la luz del mundo físico. Las predicciones, siendo extemporáneas, se
presentan deformadas, porque su involucro exterior es provisorio y comparativo. A
medida que el tiempo transcurre, los estudiosos van interpretando mejor la profecía y se
aproximan cada vez más a su verdadera expresión, a través de esos "ajustes" discutibles
a que os referíais, que son colocados gradualmente por la propia ciencia en la escala
profética. En el ejemplo que citamos anteriormente, en donde el profeta afirma que el
"barco volaría", por no saber describir la imagen del hidroavión en esa época tan
remota, observaréis que la profecía comenzó a despertar interés ni bien los hombres
concibieron la posibilidad de volar con materiales más pesados que el aire. Los
descubrimientos progresivos de la propia ciencia oficial materializan gradualmente al
espíritu genial y exacto de la profecía. Si hay indiscutibles méritos en los
descubrimientos científicos, que explican las profecías a través de las leyes naturales, es
preciso entonces no olvidar que los profetas ineludiblemente prevén genialmente esos
hechos bajo figuras incomprensibles para la época de sus predicciones. Esos "ajustes"
científicos no invalidan el espíritu de la profecía, pero sí la realzan sensatamente en el
mundo exterior. Cuando aludimos en nuestros mensajes a la presencia de un astro
"intruso", que realizará la "succión" de los izquierdistas del Cristo, la ciencia subestimó
nuestras aserciones, configurando en su mente a un monstruoso globo magnético, en las
proximidades de la Tierra, que chupaba ávidamente, a través de gigantescas ventosas, a
los infelices hombres indisciplinados. Mientras tanto, describimos en el tiempo y en el
espacio de vuestro orbe la figura dinámica del fenómeno, que aguarda su ajuste a las
leyes y energías que aún son desconocidas por vosotros.
A medida que transcurran los días en el calendario terrícola, la propia ciencia os
ofrecerá las pruebas de los "ajustes" que revelarán satisfactoriamente el "espíritu" del
astro "intruso". Nuestra profecía, entonces, será comprendida por la ciencia académica,
así como reconoció al hidroavión con sus flotadores, para descender en las tranquilas
bahías, revelando la configuración del inconcebible y profético "barco volador" 1.
1 La figura exacta del "astro intruso" predicho por Ramatís posee tíos aspectos
distintos: su forma física, que será ajustada poco a poco al engranaje astronómico, y el
contenido cabalístico, conocido por los iniciados. 

Pregunta: ¿Podéis darnos un ejemplo concreto, en el presente, para poder apreciar
mejor las profecías? 

Ramatís: Imaginad lo que sería si colocáramos en el centro de vuestra metrópoli a un
zulú, habitante de una inmunda choza, con sus cánticos y su sentido musical, que no van
más allá de los estridentes gritos acompañados del monótono "tan-tan" de las noches de
luna. ¿A qué recursos ese salvaje tendría que apelar para poder describir a su tribu, los
aspectos del confort moderno, del arte y la ciencia de los civilizados? ¿Cómo describiría
a sus compañeros la ensordecedora barahúnda de los ruidos de la calle, transitada
continuamente; la rara multiplicidad de los coloridos vestidos del pueblo; la moda
excéntrica que recorta las siluetas humanas en los caprichos más atrevidos; los elevados
edificios de mármoles o cerámica multicolor? ¿Cómo reproducir en la mente de los
otros zulúes las vidrieras lujosas, los carteles luminosos, el encanto de la
cinematografía, la televisión; la música encantadora de Bach o el torbellino sinfónico de
Wagner; las pinturas edénicas de Rafael o las acuarelas de los más eximios pintores; los
tipos femeninos, morenos o rubios, erguidos y bellos, en oposición a las mujeres gordas
y malolientes que viven en fétidas cabañas? ¿Cómo describirían los vistosos y
rapidísimos automóviles sino comparándolos a las figuras de las piraguas sobre ruedas?
Los rascacielos serían explicados como si hubiera decenas de chozas apiladas unas
sobre otras, y las luces policrómicas, de reflejos movedizos, al esfumarse en el asfalto
húmedo de las calles, las compararían con el guiñar de las luciérnagas o con hachones
de resina desprendiendo gran humareda.
El aturdido salvaje no conseguiría transmitir a sus contemporáneos la sensación
exquisita de los fragantes perfumes de las mujeres hermosas si los compara al
desagradable sudor de las mujeres zulúes. La pureza espiritual de la música de Mozart y
la aguda tristeza de Chopin no tendrían imitaciones en los sonidos inexpresivos de los
tambores de cuero crudo. Aun así, ese zulú tendría más éxito en sus relatos, porque al
referirse a las cosas extrañas a su tribu, contaría con imágenes de su propio planeta,
mientras que el profeta además de predecir el futuro, debe traducir para el mundo
material aquello que escapa a los sentidos comunes en el tiempo y el espacio
conceptual. 

Pregunta: Nos parece que ese simbolismo desconocido sólo sirve para dificultar la
interpretación científica de las profecías, despertando así la desconfianza acerca de otras
profecías aún no cumplidas. ¿No es así?. 

Ramatís: Recordad la Meteorología terráquea, ciencia positiva que se basa en los
fenómenos comunes de la humedad y presión atmosférica. Ella también reitera
contradicciones en sus predicciones. Innumerables veces anuncia "tiempo seco y bueno"
o "brisa suave", en su lenguaje peculiar y pintoresco, y para asombro de sus
admiradores, que confían en sus predaciones científicas, del cielo se descargan lluvias
torrenciales y las brisas suaves se transforman en "vientos huracanados que soplan del
Oeste"... Mientras tanto, a pesar de tales desajustes comprobados en uno de los campos
de fácil comprobación científica el pueblo continúa confiando en sus predicciones sobre
el futuro estado de la atmósfera.
La profecía aún pertenece a una esfera delicada e incomprendida para la mayoría de sus
intérpretes, así como la Meteorología no es avalada por aquellos que todavía no conocen
su verdadero valor. 

Pregunta: ¿Es posible que algunos hombres de ciencia hayan sido o sean profetas? 

Ramatís: Muchos cientificistas que detestarían la calificación de profetas realizaron sus
trabajos bajo verdaderas inspiraciones proféticas. Aunque se consideraban dotados del
sexto sentido o de una hiper-conciencia, se trataba de una facultad marcadamente
profética que los orientaba en las soluciones científicas o les hacía prever el
descubrimiento, para el bien humano. Colón fue un verdadero profeta al prever la
existencia del "Nuevo Mundo"; Santos Dumond hubiera fracasado si no se hubiera
obstinado en buscar algo más liviano que el aire, obstinación que era profética. En
realidad, los sabios como Lake, Mesmer, da Vinci, Marconi, Bacon, Einstein, Edison y
otros concretaron en el campo objetivo de vuestro mundo aquello que ya habían
previsto, sin duda alguna, en la esfera pura de la intuición profética. 

Pregunta: ¿Nos podríais citar algún ejemplo para ilustrar aún más vuestras
consideraciones, comprobando que el simbolismo en la profecía envuelve
acontecimientos lógicos y científicos?. 

Ramatís: Cuando Juan Evangelista profetizó que en el fin de los tiempos los pájaros de
acero desovarían huevos de fuego, fue víctima, también, de la ironía científica de la
época y tachado de profeta loco- Su profecía se consideraba como una aberración que
era incompatible con el sentido lógico, ante la idea absurda de que los pájaros de acero
volaran y pusieran huevos de fuego. Hoy, en el escenario de vuestros cielos, como bien
predice el profeta, los pájaros profetizados están volando en la figura de aviones de
acero y desovan huevos de fuego, verdaderas bombas incendiarias.
Ezequiel, a la orilla del río Chebar, antes de Cristo, profetizó en síntesis que animales
resplandecientes, color de ámbar y turquesa, volarían entre nubes de fuego; príncipes de
Paz, marcharían por los caminos de los cielos, con el fin de ayudar al hombre de la
Tierra. Esas predicciones, por ser tan asombrosas, provocaron gran celo y protestas por
parte de la ciencia académica de aquella época; mientras tanto, las naves interplanetarias
con sus campos radiactivos y resplandecientes, tripuladas por príncipes de Paz que
habitan en otros planetas, marchan por los "caminos del cielo" y no tardarán en probar
que el visionario Ezequiel tenía mucha razón hace más de dos mil años cuando
profetizaba esos acontecimientos para vuestro siglo.
La terrible bestia de púrpura (los poderes indisciplinados) que Juan Evangelista entrevió
en el Apocalipsis, ya realiza sus prodigios y sugestiona a las masas ignorantes,
filtrándose en los gobiernos corrompidos, esclavizando al sacerdocio, promoviendo la
búsqueda incesante del oro y la alianza con el poder del mundo de César.
Las llamas que bajarán de los cielos, a la vista de los hombres, ya las conocéis en la
figura de los gigantescos hongos de fuego, con sus radiaciones mortíferas, que surgen
después de la explosión de las bombas atómicas.
En el siglo XVII, el monje Johannes profetizó que el "águila negra atacaría al gallo y le
arrancaría muchas plumas, pero que sería vencida por el águila blanca, que vendría por
mar y también por el oso polar, venido por tierra; que el leopardo con sus patas y el
gallo con su espolón irían hasta su propia casa y allí lo liquidarían".
Era natural que esa profecía no satisficiera a los exegetas y zoólogos de la época, que no
mirarían con muy buenos ojos la discordancia insensata de esos animales y aves
monstruosas, que vendrían de varias regiones diferentes, para batirse en gigantescos
combates intercontinentales. Pero el profeta se refería simbólicamente a las tradiciones
nacionales y etnológicas de los pueblos beligerantes de la última guerra.
La profecía se realizó integralmente. Veamos: "el águila negra", que es la insignia
pintoresca del pueblo alemán, en verdad atacó al gallo, o sea la Galia (Francia) le
"arrancó muchas plumas", representadas por los despojos saqueados, pero después fue
invadida hasta su propia casa por el leopardo (símbolo de Inglaterra), por el "águila
blanca" (que representa a los estados Unidos), venida por mar, y por el "oso de las
estepas", venido por tierra (figura de Rusia). El monje Johannes, a pesar de haber sido
ironizado en esa ocasión por su profecía, se reveló genial y lógico en cuanto al
simbolismo empleado, y confirmó una vez más que la voz de la profecía es también la
voz de Dios. Esta profecía también encuentra su equivalente en la mitad del siglo XV,
cuando la Madre Shipton, en Yorkshire, predice en cierta estrofa: "Y Estado contra
Estado, en combate furioso, procurarán quitarse la vida; mas cuando el Norte divida al
Sur, un águila irá hasta la boca del león". Considerando una vez más al águila blanca
como símbolo de los Estados Unidos, tendría que ir hasta la boca del león, tal como fue
en la última invasión de Alemania. Con la genialidad de los símbolos se encubren
grandes verdades. La Esfinge, por ejemplo, se presenta con cabeza de mujer, cuerpo de
toro, garras de león y alas de águila, lo que da idea de una monstruosidad; sin embargo,
es una representación perfecta, pero simbólica, de las pasiones humanas análogas a los
instintos de esos animales. 

Pregunta: ¿La evolución espiritual en los mundos materiales reclama la necesidad
absoluta de profetas para que se relaten los acontecimientos futuros?. Nos parece que la
profecía es algo dispensable, pues no vemos en ella un sentid d utilitario o doctrinario
capaz de hacer reformas concretas con su simple enunciado. ¿Qué nos decís al
respecto?. 

Ramatís: Esas conclusiones vuestras son precipitadas, porque analizáis, en la
precariedad de una existencia humana, eventos que sólo se concretan con el correr de
los siglos. Las profecías representan, iniciáticamente en el escenario humano, los
marcos fundamentales de los acontecimientos futuros, previamente determinados por
los Constructores de los Mundos, en el Plano General. Los pueblos que constituyen a
las humanidades repiten continuamente su peregrinaje bajo nuevos ropajes históricos,
más evolucionados pero con las mismas características que ya vivieran sus
predecesores. Los grandes movimientos litúrgicos y los ritos solares, cultivados por los
atlantes, aztecas e incas; el culto de los muertos, que los egipcios profesaban en las
colosales pirámides, perpetúanse en la actualidad en los mausoleos suntuosos con que
los millonarios terrestres atenúan sus remordimientos con sus parientes desencarnados.
El fausto, el poderío y la floración de Babilonia, Alejandría, las civilizaciones asirlas y
caldeas, tuvieron en la Roma Imperial su reproducción aproximada; las maravillas del
pasado, como los jardines colgantes de Babilonia, el faro de Alejandría o el coloso de
Rodas, encuentran sus similares en las gigantescas represas, puentes y canales de
vuestra civilización moderna. Los caños de cemento y acero denominados "rascacielos",
que cobijan a millares de criaturas, separadas por diversos idiomas, costumbres y razas,
son en realidad las nuevas torres de Babel del siglo XX. Las huestes sanguinarias bajo
el comando de Hitler arrasaron civilizaciones pacíficas, para gloria efímera de la
conquista humana y tuvieron sus precursores en la barbarie de Atila al frente de los
hunos. Cada civilización, bajo vestidos diferentes, seudamente modernos, continúa
repitiendo con aspectos más o menos conscientes, más estéticos o más científicos, los
mismos vandalismos de los pueblos ya extinguidos.
Las célebres colonias nudistas, para las cuales se invocan altas razones de higiene y
estética corpórea, apenas subliman los gustos atávicos y estéticos de la desnudez de las
tribus primitivas. Los magníficos jinetes de pura raza, oriundos de Arabia, adornados
con oro y plata, que hacían las delicias de los hidalgos del pasado, exáltense
actualmente en la figura ostensiva de los automóviles carísimos y lujosos, que
transportan a los "salvajes civilizados"... Las hierbas que el pachorrudo cacique
masticaba o fumaba se transforman en la actualidad en vistosos cigarros habanos que se
queman o mastican bajo la saliva y la respiración jadeante de los felices dueños de
libretas de cheques. 

Pregunta: Mientras tanto se verifica acentuado progreso en aquello que la humanidad
repite bajo las formas modernas, ¿no es verdad?. 

Ramatís: Sí, pero el progreso espiritual queda atrofiado en virtud de la viciosa y
epicureísta sublimación de las viejas costumbres e indisciplinas del pasado. Los
sangrientos festines de carne humana que seguían a las ruidosas fiestas primitivas de los
salvajes, embriagados por el mijo fermentado, se superan en la actualidad en los
banquetes zoofágicos con cerdos, carneros y faisanes adornados con que los políticos
felices acostumbran provocar emociones gastronómicas, mezclándolas con alcoholes
disfrazados, como ser el carísimo champaña y los whiskies embriagadores do etiquetas
fascinantes. Mientras los salvajes sudaban por todos los poros, entre gritos y lamentos
histéricos, los convivientes modernos transpiran bajo el traje de rigor, estrechándose las
manos o aplaudiendo en la prodigalidad de los elogios a sus anfitriones favorecidos por
la suerte.
Los antiguos circos romanos, de gladiadores feroces y cristianos ensangrentados, aun
encuentran hoy en el "ring" brutal o en los campos de fútbol indisciplinado, la similitud
y la sublimación compensadora del cruel desajuste interior.
Los templos modernos, lujosos, llenos de ídolos tallados por encargo, superan al propio
fausto y la suntuosidad del pretérito paganismo, permaneciendo como remanecientes del
culto a Júpiter, Diana, Minerva y Venus o de los feroces dioses del politeísmo de antaño
donde Moloch imperaba sediento de sangre. Las melodramáticas filas de novios que
marcaban las costumbres tradicionales de ciertos pueblos, en vísperas de casamiento
festivo, se repiten en la actualidad con vehículos carísimos y lujosos que acompañan
velozmente al risueño casal recién constituido.
Algunas monarquías pomposas, que aún existen en la Tierra, copian rigurosamente el
gusto infantil de los antiguos salvajes en los vivos colores de los diversos estampados
de sus vestuarios burlescos, que usan en sus ceremonias, muy a tono con los primitivos.
Los colgantes dorados, los galones vistosos y los mantos llenos de insignias
principescas, que los seres visten melodramáticamente, aún son la sublimación del
fausto de los últimos faraones o reyes asirios, tiempos en los cuales el botón mal pulido
en la casaca señoril era un crimen pasible de muerte para el infeliz esclavo negligente. 

Pregunta: ¿Cómo puede saber el profeta que las continuas repeticiones de emociones y
caprichos de otras épocas influyen en los cambios de nuestro mundo? ¿La indisciplina
de algunos pueblos del pasado no autoriza a que se piense en la posibilidad de un
desorden general en la Tierra?. 

Ramatís: El profeta sagaz, con el auxilio de lo Alto y la confirmación astrológica de los
hechos ya sucedidos, prevé con éxito las mutaciones posibles en la psicología de la
humanidad futura. Verifica, entonces, que son apenas los escenarios físicos los que
ofrecen modificaciones importantes, porque las agrupaciones humanas viven a
semejanza de antaño.
Meditando sobre las catástrofes de Babilonia, Sodoma, Gomorra y Pompeya, como
verdaderos fines de mundos locales, les profetas verifican que todos los pueblos son
portadores de cierta dosis de indisciplina, que puede desenvolverse peligrosamente
gracias a la facilidad de las comunicaciones, cuya velocidad se acrecentó a través de los
siglos. El intercambio humano, cada vez mayor, termina entrelazando y sobreexcitando
con más facilidad a los pueblos entre sí, y favoreciendo las etapas de saturación
colectiva, global, como la que en el presente se extiende en vuestra humanidad. 

Pregunta: Casi todos los sacerdotes e instructores religiosos afirman que "los tiempos
llegaron", como si estuviesen ligados a las mismas fuentes de información sideral.
Protestantes, católicos, espiritas, teosofistas y aun los iniciados, con estudios complejos,
recuerdan constantemente esa advertencia profética. ¿Qué motivo identifica a esa
variedad de miras?. 

Ramatís: Porque la fuente en que todos se basan es la misma, pues el alma humana es
la portadora de la revelación. La profecía exterioriza hacia el campo de la conciencia
común aquello que palpita con profunda vehemencia en la intimidad del espíritu, el cual
sabe lo que está prefijado en la modificación gradual de los mundos físicos. Además de
ser una advertencia importante, la profecía es, por encima de todo, una invitación
emotiva en el plano físico para aquellos que en el plano de los desencarnados asumieron
severos compromisos de trabajar con la administración sideral, y deben situarse entre
"los pocos escogidos de los muchos llamados". Como espíritus inmortales, conocen
subjetivamente todos los acontecimientos importantes que han de suceder en vuestro
orbe. Ese es uno de los motivos por los cuales actualmente se congregan almas
decididas, valerosas y ligadas al mismo ideal crístico, ansiosas de socorrer a los
enfermos por las pasiones inferiores. Mientras esto sucede, los de "oídos jóvenes"
danzan y ríen, subyugados por las seducciones deprimentes del mundo, y subestiman la
profecía y el ajuste espiritual que se aproxima rápidamente- Les toca a los profetas
despertar a los responsables de les futuros derroteros espirituales de la civilización
superviviente prefijando lugares de seguridad para que sean preservados los registros
históricos de la vida humana transcurrida. Gracias a la confianza que fue depositada a
los profetas por los antiguos instructores lemurianos, atlantes, semurianos, incas y
aztecas se pudieron preservar en los altos picos los documentos iniciáticos de sus
consolidaciones espirituales.
Principalmente los sacerdotes atlantes, obedientes a la voz de la profecía guardaron sus
relatos espirituales, milenarios, en los montes que surgían en el océano adyacente, como
ser las cordilleras del Himalaya y de los Andes, a causa de la inmersión del "Gran
Continente". En los santuarios y ruinas de esas cordilleras, una gran parte de la vieja
documentación histórica atlante será oportunamente conocida por la humanidad
profana. En los templos de las regiones inaccesibles a los profanos se custodian los
"Relatos del Ciclo de Oro" y el "Libro de Ra", del culto al Sol, de los atlantes; los
"Apuntes de la Rueda" y las pintorescas versiones de "Planuh", el lemuriano, y las
"Palabras Sabias de Schi-Rama", el peregrino de las colinas doradas, mientras que en la
cima de los Andes se conservan los relatos de los mayas, en donde se destacan la
"Revelación de la Ley de la Cábala", "La Fuente de las Vibraciones Dévicas", y
principalmente "La Visión del Gran Mundo Mental". 

Pregunta: ¿Cómo pueden los profetas predecir el futuro?. 

Ramatís: Valiéndose de su naturaleza psicofísica más sutil, que les permite mayor
alcance extracorpóreo, inclusive su excelente percepción cerebral en la esfera del éter
refractor, en cuyo plano se procesa el registro de la memoria de la Naturaleza. En
algunos casos, como en el de Juan Evangelista, Daniel y Ezequiel, los Mentores
Siderales resumen los acontecimientos futuros sintetizándolos en el campo etéreo-astral
de los profetas, que viven en sí mismos esos hechos.
Como no los pueden describir en el lenguaje exigido por la ciencia académica, los
envuelven con figuras alegóricas que mejor recuerdan al espíritu de la predicción. Es
por eso que Juan Evangelista menciona la sangre como símbolo del instinto animal; el
púrpura, como los poderes aristocráticos del mundo; el dragón, como la violencia y la
brutalidad de la materia; la serpiente, configurando la astucia, la perfidia, la tentación
humana, y la bestia, como el desorden descomunal.
El profeta es normalmente una criatura dotada de un sistema admirable de "chakras"
bien desenvueltos y bastante luminoso, en la figura de centros de fuerzas distribuidos
por la periferia del cuerpo etérico, que es el intermediario entre el plano invisible y el
físico. En los registros akhásicos del éter cósmico se graba desde la caída de una hoja
hasta el nacimiento y extinción de una galaxia, inclusive los planos y detalles futuros
elaborados por los Arquitectos del Cosmos; los profetas se colocan en contacto con esas
matrices etéricas y traen hacia el estado de vigilia, gracias a sus rapidísimos "chakras"
los eventos que aún están fuera del concepto del espacio y el tiempo. 

Pregunta: ¿Nos podéis dar un ejemplo más objetivo, aunque rudimentario, para poder
comprender mejor vuestras elucidaciones anteriores?. 

Ramatís: Si estuvieseis colocados en lo alto de una torre y observaseis dos vehículos
que suben velozmente por las cuestas en sentido opuesto, podríais profetizar con
seguridad un inevitable choque entre ambos en la cima de la colina. Mientras tanto, los
conductores de los vehículos sólo percibirían el accidente justo en el momento de
producirse, y los cuales quedarían extremadamente sorprendidos ante vuestra
afirmación, al saber que no ignorabais el choque antes que sucediera. La posición
estratégica es la que os dio a conocer ese acontecimiento, en razón de encontraron en lo
alto de la torre, dominando anticipadamente el hecho, pues acaecería en lo futuro.
Los profetas rebasan la esfera común de la rutina humana y observan en la secuencia
matemática de los planos siderales las causas exactas de los acontecimientos que se
desdoblan para el porvenir. 

Pregunta: A fin de poder comprender mejor este asunto, ¿nos podéis dar algunos datos
esclarecedores sobre los llamados "chakras"?. 

Ramatís: Los chakras se distribuyen a la altura de algunos milímetros por encima del
cuerpo etérico, son centros que canalizan energías de varias especies del cosmos, que
difieren en vibraciones, colores y ondulaciones, según el comportamiento en cada
región de intercambio astro-etéreo humano. Son fuerzas que fluyen por los cuerpos
vivos, a fin de mantenerlos en actividad y continuo progreso. Proceden de todos los
puntos: del Sol, de la Tierra de los astros circunvecinos o de las infinitas combinaciones
que se reproducen en el éter cósmico.
El vocablo "chakra" proviene de la lengua sánscrita y se traduce como "rueda" o "disco
giratorio", especie de platillos que giran en forma veloz o lentamente emitiendo fulgores
rutilantes que se amplían desde 5 hasta 15 centímetros en sus diámetros. Se asemejan a
pequeños soles que centellean bajo el influjo de las energías provenientes de las más
desconocidas regiones de la vida cósmica. Como las facultades psíquicas dependen en
gran parte del funcionamiento de los chakras para manifestarse a satisfacción en el
mundo físico, es obvio que el desenvolvimiento de cada chakra debe estar en perfecta
relación con la evolución de la facultad psíquica que le corresponde.
He ahí el motivo por el cual los profetas penetran con más éxito en el mundo invisible y
se sobreponen al concepto del tiempo y el espacio, porque poseen centros de fuerza tan
rápidos en sus giros, que transportan velozmente hacia el centro de la memoria cerebral
aquello que solamente es visto y sentido en la esfera astral.
Los chakras, cuando están completamente desenvueltos, permiten que el cerebro
recuerde en su totalidad los sucesos percibidos en los mundos extraterrenos. Los
chakras son siete y están situados a la altura de los "plexos"; el chakra fundamental se
halla en la base de la columna vertebral; el umbilical o genésico, bajo el vientre; el
esplénico, a la altura del bazo; el solar, al nivel del estómago, a la altura del plexo solar;
el cardíaco, en la región precordial; el laríngeo, a la altura de la garganta; el frontal,
entre los supercilios, en el campo de acción de la glándula pineal; y finalmente, el
principal centro o chakra coronario, que domina la parte superior de la cabeza, conocido
en la literatura hindú como el "loto de mil pétalos", y en antiguo sánscrito como
Brahmarandhra 2.
Con respecto a los plexos que se distribuyen por el cuerpo físico, en la conjugación de
nervios y ganglios del sistema nervioso, disciplinan la vida vegetativa del metabolismo
organogénico, siendo los chakras los centros dinámicos que regulan la fuerza del
espíritu en la distribución de las energías, en el cuerpo etérico, en concomitancia con la
acción del plano astral.
2 Nota del Médium: Ver Los Chakras, de C. W. Leadbeater. 

Pregunta: En vista de que las profecías se basan en acontecimientos implacables, ¿no
constituye eso un irremediable fatalismo en nuestros destinos?. 

Ramatís: El fatalismo, en ese caso, seria la secuencia disciplinada por la consecución
de los pianos trazados por los Mentores, que hemos graciosamente denominado
Ingenieros Siderales, que actúan bajo la égida del Pensamiento Augusto del Creador.
El Gran Plano de Dios se desdobla continuamente en la formación de conciencias
individuales en el seno de la Conciencia Cósmica; crea los orbes físicos como
instituciones de educación, para que las almas aprendan el alfabeto espiritual. El libre
albedrío humano continúa trabajando en ese fatalismo educativo, pudiendo apresurar o
retardar el perfeccionamiento, que está implacablemente determinado en el curso del
Gran Plano Cósmico, así como ciertas criaturas escolares están obligadas a repetir la
lección que no aprendieron anteriormente.
La indesviable felicidad por alcanzar puede significar para vosotros un irremediable
fatalismo, pero también posee la libertad y el libre albedrío, para que apuréis o reduzcáis
los ciclos de tristeza en las reencarnaciones rectificadoras en los mundos físicos.
Aunque estáis guiados por hilos invisibles e implacables, os encontráis en el seno de un
sistema benéfico cuyo único fin es la completa ventura espiritual. A medida que
evolucionáis se os reduce el lastre de los mundos materiales tanto como crecéis en
conciencia angélica y en sabiduría espiritual. La angelitud comprende y otorga nuevos y
mayores poderes, para que el alma sea creadora y actúe en nombre del Padre. 

Pregunta: Si los profetas son tradicionalmente la voz de Dios, ¿por qué motivo esas
profecías provocan tanta polémica y contradicción?. 

Ramatís: Las profecías no se degradan porque despierten críticas o establezcan
opiniones contradictorias; su finalidad principal no es la de ofrecer narraciones con
argumentos irrefutables. La profecía no es tampoco una noticia diaria o un asunto para
crear fatigantes discusiones académicas: es un acontecimiento proyectado en un plano
dimensional extraordinario y realizable bajo condiciones humanas y morfológicas
mucho más allá del momento de la predicción. Sería tan insensato pedirle a Nerón que
describiese un aparato radiofónico moderno por la simple visión de un megáfono de las
legiones romanas, como injustificable exigirle al profeta una descripción metódica y
clara con anticipación a la fecha realizable de cualquier profecía 3.
Sucede que la principal efervescencia evolutiva de la conciencia espiritual se produce
más a tono de como el hombre piensa y no como debiera pensar. El ejercicio mental, el
dinamismo inquieto, inestable y la reacción continua e interior del espíritu tiene para el
hombre más importancia de lo que realmente le sirve de objetivo. La Sabiduría Sideral
crea a veces raros caminos en vuestro mundo, con la finalidad de desenvolver la
voluntad y el placer de pensar. La Tierra, como escuela de educación espiritual que
atienda los objetivos más altos, representa un medio y no un fin para el peregrinaje del
espíritu, ofreciendo múltiples problemas que con el correr del tiempo objetivan el
aceleramiento mental humano. El hombre dotado de razón ha de ser un raciocinador por
excelencia y no un coleccionador de conceptos científicos estratificados a través del
tiempo. El intelectualismo no pasa de ser un reloj de repetición, mientras que el esfuerzo
por "sentir", aun dentro de lo ilógico y aberrativo, amplía el área de captación mental.
La profecía ofrece ese aspecto dinámico, que exige fundamentalmente sensibilidad
intuitiva para lo futuro. Uniendo el conocimiento del presente con la experiencia del
pasado se sitúa en un campo concienzal más vasto que supera a los acontecimientos
pasibles de crítica comunes; es un precioso test para que el hombre identifique su propia
capacidad psíquica y su concepción por lo que está fuera del tiempo y del espacio.
Entre lo lógico y lo ilógico, lo sensato y lo aberrante, surge la oportunidad para que el
critico valore su poder de vaticinio y receptividad espiritual. Aquel que presenta y
predice bajo un raciocinio alentado por la sensibilidad intuitiva, legando para el futuro
vaticinios que se comprueban por la propia ciencia, se lleva la palma de la victoria aun
ante los cerebros más disciplinados en el más puro academicismo del mundo. Hay más
genialidad en predecir la figura del roble por la simple visión de la bellota, que
fotografiarlo después de crecido. En el primer caso, el alma revela una conciencia
dinámica que conceptúa antes de la negativa; en el segundo, nos recuerda al
entumecimiento sistemático que se origina ni bien se redescubre oficialmente aquello
que ya había sido vaticinado por el empirismo mental de quienes abrazan el porvenir.
Los profetas, en el modesto simbolismo humano, son la "voz de Dios", pues relatan
fuera del tiempo y del espacio los acontecimientos que siempre benefician a la
humanidad. Así como el Creador se sitúa fuera de los conceptos terrícolas, sirviéndose
de la alegoría de las formas provisorias, para desenvolver la dinámica del alma.
3 Método, orden, claridad por parte del escritor (Nota del revisor.) 

Pregunta: ¿Los profetas saben anticipadamente que los cientificistas han de dudar de
sus profecías, y dejan entrever alguna advertencia a ese respecto?. 

Ramatís: Para probaros que los profetas y los videntes prevén las dudas de la Ciencia,
advierten en sus relatos proféticos que se desconfía de ellos antes de sus conclusiones;
nos remitimos a Nostradamus en la "carta que enviara a Enrique II", centuria 56-57, que
así se expresa: "Entonces, habiendo el Gran Dios Eterno cumplido con todos sus deseos,
las cosas no sucederán de otro modo, a pesar de las equívocas opiniones contrarias, que
exceden siempre a todas las razones naturales de los sueños proféticos". En otros
lugares ratifica su pensamiento, cuando en la centuria 3-34 dice lo siguiente: "Cuando el
Sol quede completamente eclipsado, pasará en nuestro cielo un nuevo y colosal cuerpo
celeste que será visto en pleno día, pero los astrónomos interpretarán los efectos de ese
cuerpo de otro modo; por esa mala interpretación ninguno tendrá provisiones para las
fases de penurias".
No hay duda que Nostradamus os está advirtiendo sobre la tradicional desconfianza del
hombre, demasiado apegado a los postulados científicos. Por eso prevé, sin duda
alguna, que los cientificistas repetirán otra vez la misma negativa que manifestaron en
Lemuria y en la Atlántida, es decir, que han de desconfiar de la predicción del astro
"intruso" que se aproxima a la Tierra, de cuya duda resultará la imprudente falta de
reservas alimentarías para la humanidad. En realidad, el aura magnética de ese planeta
en conjunción con el de la Tierra, el Sol, la Luna y otras más, que son adyacentes, se
asemejará a un gigantesco reflector de magnetismo caliente resultando una lamentable
aridez en la parte de vuestro globo que ha de estar más expuesta a las consecuencias
catastróficas del "fin de los tiempos".
Ya tuvimos ocasión de deciros que cuando Noé anunciaba el diluvio, los cientificistas
también reían y el pueblo danzaba, demostrando el apego que poseían a la futilidad y el
placer provisorio, a pesar de las advertencias serias del momento. Mientras tanto, la
Atlántida se sumergió rápidamente pese al clamor humano de aquellos que antes reían y
danzaban, imposibilitados de sustituir las risas tontas por lágrimas ardientes.
Pregunta: Ya que las próximas catástrofes e inundaciones por el proceso de la
verticalización del eje de la Tierra están ligadas al karma implacable de vuestra
humanidad, ¿esa falta de alimentación no representará un fatalismo previsto en el
mecanismo de esa expiación? ¿De qué valdrían las providencias para reservar
alimentos, ante la imposibilidad de luchar contra ese destino fatal?.
Ramatís: A medida que la conciencia humana se desenvuelve y adquiere nociones de
alta espiritualidad, disminuye la necesidad de los recursos dolorosos que deben activarle
la purificación del espíritu. La comprensión y buena disposición para auscultar la voz
profética de los enviados de lo Alto revela un sentido psíquico superior, contrario a la
frialdad negativa de la ciencia. El hombre siempre paga su imprudencia en cualquier
sector de la vida espiritual. Sea en la Tierra o en el Espacio, la imprudencia y el
descuido generan frutes idénticos. Ante la sistemática reacción escéptica de la Ciencia
con todo aquello que se aparta de sus postulados conocidos, los Maestros Espirituales se
sirven de los profetas para advertir y aconsejar las providencias más sensatas, que la
humanidad debe tomar en el mundo de las formas.
Si los hombres subestiman los avisos y se muestran negligentes ante las providencias
sugeridas, les cumple indudablemente sufrir las consecuencias. ¿Qué culpa tienen esos
Maestros si, después de advertiros casi dos mil años sobre los acontecimientos trágicos
que se aproximan, aún dudáis de su concreción? Resta a vosotros, entonces, un solo
camino: sufrir las consecuencias de las opiniones equivocadas de los cientificistas,
como bien os recuerda el sibilino Nostradamus.
Pregunta: ¿Nos podríais dar un ejemplo de cualquier acontecimiento semejante, en el
cual se haya conjurado la tragedia gracias a las providencias tomadas a tiempo bajo la
advertencia de las profecías?.
Ramatís: Acerca de eso, os recordamos lo que aconteció en Egipto cuando José, hijo de
Jacob y Raquel, descifró el contenido alegórico de la profecía de las siete vacas flacas y
espigas magras y las siete vacas gordas y espigas abundantes, que el Faraón entrevió en
su sueño. Confiando en la voz de la profecía, interpretada por José, el Faraón ordenó las
más severas providencias para que los siete años de miseria, previstos en su sueño,
quedasen a cubierto de sorpresas por las provisiones reservadas.
Sabéis del éxito alcanzado, y en virtud de eso José fue nombrado representante de
Egipto y considerado el salvador del pueblo. Esas providencias fueron coronadas por los
hechos y llevadas a cabo por un pueblo que ya estaba condenado karmicamente a la
prueba del hambre y la miseria. Esto os demuestra que Dios no exige inevitablemente el
sacrificio y la expiación, pero sí el entendimiento hacia las cosas elevadas.
Dios es Amor; sólo la terquedad y la imprudencia del hombre son las que originan el
propio sufrimiento. Vuestro mundo está saturado de avisos Espirituales, que en sesiones
y sueños os advierten de ciertos peligros y crímenes en contra de vuestra integridad
física; mientras la mayoría repite esos avisos con displicencia, continúan indiferentes al
encuentro de la tragedia anunciada. Por su propia voluntad o por su libre albedrío, el
hombre sigue en dirección al peligro del cual fuera advertido, para después afirmar,
compungido, que ese era su destino fatal. 

Pregunta: ¿No habría posibilidad de modificar y desenvolver los acontecimientos
depuradores profetizados, si desaparecieran las condiciones básicas para ese hecho?. 

Ramatís: Es obvio que si Dios creó el Cosmos, sería subestimar su Omnipotencia
sustentar la idea de que Él no puede modificar sus decisiones mediante la cesación de
los motivos que las determinaron. La Suprema Ley es Inmutable, y de ella se derivan las
leyes y los principios menores que rigen a todos los eventos por venir; mas es Ley
creada por Dios y, por lo tanto, pasible de su propia reconsideración cuando así lo
juzgue conveniente. Hay que notar que los acontecimientos profetizados son detalles de
un "Gran Plano" elaborado desde hace infinidad de milenios, desenvolviéndose a través
de un mecanismo que no admite sorpresas o modificaciones a última hora.
Los Mentores de los orbes son Psicólogos Siderales experimentados en el contacto de
las bulliciosas humanidades de todos los sistemas, a través de incontables sumas de
milenios, es decir, mucho antes de que rigiera el calendario humano. Conocen
perfectamente el contenido idiosincrásico de los mundos habitados y saben cuándo llega
el tiempo de la madurez espiritual de los hombres. El jardinero experimentado no ignora
el tiempo que invierte cada especie para crecer, conforme al terreno y a la nutrición vital
que cada vegetal necesita; los Maestros Siderales, a su vez, poseen estadísticas exactas
del plazo evolutivo de las cargas humanas planetarias y las ajustan herméticamente a los
eventos físicos de sus moradas.
Todas las fases de mayor o menor irregularidad en la conducta de esas humanidades
están debidamente previstas en ese Gran Plano, que dura exactamente un lapso
denominado "Aspiración" y otro de "Espiración" del Creador, en el conocido,
"mandavaranta" de la terminología oriental. En consecuencia, no hay anticipación de
madurez en las humanidades, ni desaparecen las condiciones básicas para la concreción
profética; el binomio hombre-naturaleza sólo alcanza los ciclos citados del "juicio final"
exactamente en su "fin de tiempo". 

Pregunta: ¿No podría haber algún apresuramiento en la evolución humana, proveniente
de los sufrimientos o de las conversiones, que justifique y dispense de la profecía
trágica?. 

Ramatís: Sí, pero sería un orden de acontecimientos fragmentarios y locales; es algo
que no deba exigir modificaciones en el ritmo sideral del Gran Plano y que se sitúe
aparte de los movimientos planetarios y de las rutas siderales. 

Pregunta: ¿Nos podríais relatar algún hecho de esa naturaleza?. 

Ramatís: Ocurrió en Nínive, la ciudad corrupta de los asirios. A pesar de ser previsto su
aniquilamiento por acreditados profetas de aquella época, no fue destruida gracias a la
conversión sincera e inmediata de su población, que se entregó enteramente a los bienes
morales del espíritu, repudió el vicio e hizo penitencia. Pero esa era una profecía local y
de un conjunto de criaturas de costumbres afines y apartadas de la humanidad; era un
pueblo condenado a duras pruebas, que estaba situado kármicamente en la convergencia
de la prevista conmoción sísmica, que la Ingeniería Sideral equilibró a tiempo. 

Pregunta: ¿En ese caso, hubo derogación de las leyes comunes, que la tradición
espiritual afirma que son inmutables?. 

Ramatís: Inmutables son también las leyes que rigen vuestro psiquismo con relación al
cuerpo físico. Cuando os desordenáis mentalmente, la ley inmutable de esa relación
psicofísica suele crearos enfermedades orgánicas; mientras que esa misma ley
proporcionaba la armoniosa salud a Jesús. Las leyes inmutables no son alteradas, pero sí
aplicadas diversamente, pues la indisciplina de Nínive estaba pidiendo la reacción de la
Ley citada por la profecía, así como las criaturas crueles hacen justas las predicciones
de la maldición ajena, mientras que las bondadosas se alegran de los vaticinios de buen
augurio para el prójimo. La misma Ley de la electricidad, que transforma a la cocina
eléctrica en productora de calor, cuando se aplica diversamente produce el hielo en la
heladera. Nínive era un órgano de vuestra humanidad terráquea que, por haberse
ajustado al ritmo normal del Gran Plano, dispensó del sufrimiento que, en el caso
opuesto, hubiere necesitado para drenar las peligrosas toxinas mentales que hubieran
perturbado al conjunto espiritual de los seres.
Mientras que Nínive pudo reajustarse a corto plazo, otra modificación en el cuerpo total
de vuestro globo exigiría mayor tiempo de ajuste en el Gran Plano. Las formas
materiales en la superficie de los mundos, como productos del Pensamiento y Voluntad
del Creador, significan las vestiduras exteriores de su Espíritu Eterno, que puede
modificar su conformación sin que haya derogación de las leyes inmutables. 

Pregunta: Hace dos mil años, cuando Jesús previo que el 'fin de los tiempos" sería de
dolores y sufrimientos, ¿no podía equivocarse, puesto que la humanidad podría
convertirse anticipadamente, como sucedió con el pueblo de Nínive? ¿Esa premisa no
implicaría urgentes modificaciones en los planes siderales, para apartar el "juicio final",
que sería innecesario para la Tierra?. 

Ramatís: Cuando Jesús profetizó que "la cosecha es el fin del mundo", sabía, en calidad
de genial Psicólogo Sideral, de la imposibilidad psíquica de una apresurada conversión
por parte de la humanidad terrena, que no se modificaría al simple aviso de los profetas.
El pueblo de Nínive se hallaba al borde de la renovación; era un grupo de almas
reunidas por afinidad electiva y en vías de ultimar sus pruebas de reajustes espirituales-
Jesús no ignoraba que vuestras malezas espirituales no presentarían metamorfosis
imprevistas en el mecanismo sideral. El jardinero eximio conoce el ciclo exacto de la
madurez floral de cada especie; por eso no recela ni recibe sorpresas extemporáneas de
ese crecimiento, lo que desmentiría su propia experiencia, tantas veces comprobada.
Así ocurre con las humanidades planetarias sometidas a las condiciones normales de
ascensión, pues obedecen a los mismos ciclos de madurez espiritual conocidos por los
Psicólogos Siderales, en cuyo seno Jesús es uno de los más experimentados y eximios.
Desconocéis, naturalmente, el largo curso de las renovaciones humanas y las premisas
básicas, que permiten las conclusiones exactas de los Mentores Siderales. Apenas un
tercio de vuestra humanidad, en ese "juicio final" conseguirá desenvolver las
condiciones espirituales deseadas para el tercer milenio. 

Pregunta: ¿Las tradiciones espirituales del pasado aseguran que el ascenso entre los
pueblos reclama siempre la necesidad de las profecías?. 

Ramatís: El apóstol Pablo, en su epístola a los Tesalienses (I, Cáp. V, 20-21), os
advierte lo siguiente: "No menospreciéis las profecías; examinad todo, retened lo
bueno"; y a los Corintios les explica (I, Cáp. XII, 8-9- 10): "Porque, a la verdad, a éste
es dada por el espíritu de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo espíritu; a
otro, fe por el mismo espíritu, y a otro, dones de sanidades por el mismo espíritu; a otro,
operaciones de milagros, y a otro, discreción de espíritus; y a otros, género de lenguas;
y a otro, interpretación de lenguas". En los Proverbios de Salomón (XXIX, 18) leeréis lo
siguiente: "Sin profecías el pueblo será disipado; mas el que guarde la Ley,
bienaventurado de él".
Los avisos proféticos destinados a llamar la atención de los espíritus reencarnados en el
mundo físico obedecen a planos deliberados que vuestro raciocinio todavía no puede
comprender. Es aun Pablo de Tarso, en su Epístola a los Corintios (I, Cáp. XIV, 1), el
que comprueba esta aserción cuando dice a sus discípulos: "Seguid la caridad y
procurad los dones espirituales; pero, sobre todo, profetizad"; y en los versículos 5 y 6:
"Así que quisiera que todos vosotros hablaseis lenguas; empero, más que profetizaseis,
porque mayor es el que profetiza que el que habla lenguas, si también no interpretara,
para que la iglesia tome edificación".
"Ahora, pues, hermanos, si yo fuera a vosotros hablando lenguas, ¿qué os aprovecharía
si no os hablare o con revelación, o con ciencia, o con profecías, o con doctrinas?"
Todos los pueblos tienen sus profetas, porque éstos son en la tradición la "Voz de Dios",
que anuncia y previene para que el hombre tenga tiempo de arrepentirse y modificar su
conducta desordenada. El Creador, magnánimo y justo, además de conceder largos
plazos para que sus hijos negligentes se conviertan a la realidad superior del espíritu, les
advierte por medio de las profecías respecto de los acontecimientos trágicos
determinados, que piden renuncia a las pasiones peligrosas para lograr la felicidad
espiritual.
Juan Evangelista, en el Apocalipsis (XI, 18) advierte: "Y el tiempo de los muertos, para
que sean juzgados, y para que les dé el galardón a tus siervos, los profetas"; comprueba
que, en el fin de los tiempos, los hombres reconocerán el valor de las profecías, como
así también a los profetas-Daniel, profeta sensato, en el capítulo (XII, 4) de su libro
constante de la Biblia, afirma que el Señor le dijo: "Tú, Daniel, cierra las palabras y
sella el libro hasta el tiempo del fin; pasarán muchos y se multiplicará la ciencia". La
orden de cerrar el libro hasta el fin del tiempo es una advertencia con respecto a la
inutilidad de procurar entender la profecía allí escrita, colocándose a su frente la
acostumbrada desconfianza del hombre, que leerá el libro profético sin comprenderlo,
por no confiar en su contenido sibilino. 

Pregunta: Pensamos que al fundarse poblaciones sobre terrenos volcánicos, corren el
riesgo de sufrir acontecimientos trágicos, sin que éstas formen parte de esas poblaciones
de orden indisciplinado. ¿Cuál es vuestro parecer?. 

Ramatís: La peculiar disposición humana de atribuir a los acontecimientos proféticos
coincidencias fortuitas no cabe en esos casos. Basta un simple razonamiento y un poco
de observación para verificar que hay siempre perfecta correlación psicofísica en esos
hechos. Realmente, las agrupaciones que se constituyen en los suelos volcánicos son
candidatos fatales a las tragedias, que más tarde o más temprano han de suceder, salvo
el caso que los volcanes estuvieran totalmente extinguidos. Es menester meditar en lo
exagerado de las "coincidencias" que se han verificado en los eventos trágicos del
pasado, advertidos por las profecías, en las cuales el fenómeno de la catástrofe física se
ajustó herméticamente al propio fenómeno de la indisciplina y catástrofe moral.
Sodoma, Gomorra, Pompeya y Herculano fueron destruidas por conmociones violentas
de naturaleza volcánica; pero, con sorpresa, también hubo "coincidencia", por tratarse
de pueblos disolutos e indisciplinados. Lemuria y Atlántida se sumergieron exactamente
en el tiempo en que se entregaban al máximo de impiedad, violencia y perversión.
Innumerables ciudades asirias, persas, semurianas, Cartago y Roma fueron destruidas
por hordas de vándalos, pero coincidieron psicológicamente con sus indisciplinas
psíquicas. Esto comprueba la perfecta acción disciplinadota espiritual sobre vuestro
orbe, que siempre evita dañar a las colectividades de almas bienintencionadas.
Vuestro siglo, amenazado por catástrofes en el "fin de los tiempos", también representa,
por coincidencia, un padrón desordenado, en continua inversión de los valores, y se
ajusta perfectamente a los signos marcados por la vieja profecía. La Técnica Sideral,
cuando distribuye etnográficamente a los espíritus indisciplinados por la Tierra, sabe
situarlos debidamente en la confluencia de los recursos drásticos, para restringirles los
movimientos demasiado dañinos para las colectividades. Por esa razón se producen
casos sorprendentes, en los cuales familias enteras se sienten intuitivamente avisadas
ante determinadas catástrofes y abandonan el lugar en apariencia seguro, librándose de
los acontecimientos trágicos que suceden al poco tiempo de haberse retirado. Es la
intervención justa de lo Alto, que los aparta del lugar porque no les cabe la prueba
dolorosa ni la muerte trágica. 

Pregunta: Pero, en el caso de Nínive, cuya destrucción fue profetizada por los
acreditados profetas, ¿a éstos no les causó desmoralización al no confirmarse sus
profecías?. 

Ramatís: No, porque los profetas predecían que Nínive sería destruida en el caso de no
hacer penitencia inmediata- Sus habitantes comprobaron públicamente en el tiempo
fijado para su renovación, que les fue dispensado el correctivo doloroso. Por lo tanto, no
hubo desmentido para los profetas. 

Pregunta: ¿No puede haber injusticias de lo Alto, toda vez que los eventos trágicos
puedan envolver a inocentes y pecadores, ya que las agrupaciones humanas se
constituyen con espíritus buenos y malos, en una mezcla heterogénea?. 

Ramatís: Fuera de los misioneros, que descienden voluntariamente para las misiones
sacrificiales con el fin de auxiliar a los desesperados de la última hora, todos los otros
seres que están en vuestro mundo corresponden a las necesidades evolutivas y
purificadoras.
Los "inocentes" no descienden a la Tierra en esas ocasiones, pues se sitúan en esferas de
padrones vibratorios, más allá de lo que vosotros imagináis. Bajo los mismos dolores
varían los caracteres, sin que haya injusticia. Es el cumplimiento de la Ley Kármica,
que ajusta a las criaturas a las pruebas ocasionadas por su propia incuria pasada. En
vuestro mundo, el cáncer tanto alcanza al bandido como al sacerdote, a la criatura
inocente como al viejo pecador, al maestro hindú como al analfabeto espiritual, a la
mujer santa como a la meretriz. El karma, como ley inflexible y justa, sabe conducir o
apartar de las pruebas dolorosas e inmerecidas a todos aquellos que son merecedores.
Olvidáis que la forma carnal es apenas la prolongación del comando psíquico, el cual
actúa siempre por el mundo interno, alcanzando grandes éxitos, aunque el reencarnado
ignore comúnmente su destino. 

Pregunta: ¿Nos podéis citar los nombres de algunos profetas tradicionales del pasado,
que fueron portadores de credenciales favorables?. 

Ramatís: Entre los profetas lejanos, algunos de los que previeron con antelación lo
ocurrido en la Lemuria, Atlántida y en los principios de la raza actual, distinguimos de
la generalidad a los que en la Tierra quedaron tradicionalmente conjugados en la causa
de los "Profetas Blancos", que abarca a todos los profetizadores del Viejo y Nuevo
Testamento. Hay que recordar a los flamígeros, herederos iniciáticos de los videntes de
la "Colina Dorada"; pero, por encima de todos, al inigualable Antulio de Maha-Ethel, el
sublime instructor atlante, consagrado filósofo y vidente de las "Puertas del Cielo".
Antulio fue el primer depositario en la Tierra de la revelación del Cosmos, precediendo
a Moisés en millares de años. Bajo la inspiración de las Cortes Celestiales, creadoras de
los mundos, dejó el magnífico tratado de "Cosmogénesis", en el cual describe la
creación de la nebulosa originaria de vuestra Constelación Solar. Le cabe la primacía de
haber escrito la maravillosa contextura de los Arcángeles y Devas, con sus ropajes
planetarios policrómicos, en donde el iniciado distingue perfectamente los campos
resplandecientes de los reinos etéreo-astrales de los mundos físicos. Antes del trabajo
esforzado de Moisés en el monte Sinaí, Antulio ya pregonaba en la Atlántida la idea
unitaria de Dios; en lugar del Jehová feroz y vengativo, enseñaba que el Omnipotente
era una Fuente Eterna de Luz y de Amor. También fue el autor de la primera
enunciación septenaria en la Tierra, cuando se refiere a la cosmografía de las siete
Legiones de Guardianes, en donde cada uno se mueve en el aura correspondiente a cada
color del arco iris.
Dando muestra de sus dones maravillosos, Antulio previo, con milenios de anticipación,
la sumersión de la Atlántida y la inversión rápida del eje de la Tierra, ocurridas hace
más de 37.000 años de vuestro calendario. Desde las tradiciones bíblicas hasta vuestros
días, muchos eventos profetizados fueron registrados y comprobados por la
documentación, que aún se guarda en la cima del Himalaya, en las regiones inaccesibles
al hombre común. La Biblia os atestigua que los buenos profetas existieron siempre,
desde el rey David principalmente, entre las tribus de Israel, de las cuales se destaca la
tribu de los "hijos de Issachar", cuna de los más notables profetas, cuyos descendientes
aun en vuestros días revelan notable don de profecía, tales como Schneider,
Nostradamus y otros. Moisés, Samuel, Elías, Isaías, Ezequiel, Daniel, Joel, Jeremías,
Amos, Zacarías, Malaquías y muchos otros fueron profetas, y sus hechos están
comprobados en los libros sagrados, en los cuales se dice que eran profundamente
tocados por la gracia del Señor de los Mundos.
Posteriormente, los apóstoles Pedro, Mateo, Juan Evangelista y otros discípulos de
Jesús, que oyeron predecir al Maestro sobre los dolores de vuestros días, también fueron
tocados por la gracia de profetizar. Finalmente, Jesús, el Sublime Enviado, al considerar
el "fin de los tiempos" y el "juicio final", también usó el lenguaje sagrado de la profecía
(Mateo, XXIV). 

Pregunta: Después de los apóstoles, ¿existieron otros videntes que podamos considerar
como buenos profetas?. 

Ramatís: El vidente no es una criatura de un solo tiempo; muchas veces puede ser
contemporáneo vuestro, sin que tenga importancia, pues sólo el futuro los consagrará,
porque en el presente puede que sus predicciones sean llevadas a cuenta de
incongruencias mentales. Es obvio que la índole exacta de los hechos ha de conocerse.
Sólo lo conoceréis substancialmente después de producidos. Pedro el apóstol repitió en
parte las profecías de Joel, del Antiguo Testamento, dichas 610 años antes de Cristo y
confirmadas en el Nuevo Testamento (Actos de los Apóstoles, II, 17-20) cuando dice:
"Y será en los postreros días, dice Dios; derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y
vuestros hijos e hijas profetizarán; y vuestros mancebos verán visiones y vuestros viejos
soñarán" (18). Y en verdad sobre mis siervos y sobre mis siervas, en aquellos días,
derramaré de mi Espíritu y profetizarán (19). Y daré prodigios arriba en el cielo y
señales abajo en la Tierra, sangre y fuego y vapor de humo (20). El Sol se volverá
tinieblas y la Luna sangre, antes que venga el día del Señor".
Esa repetición de las profecías de Joel, reforzadas por la palabra de Pedro, os enseña
que los videntes posteriores a la Biblia y al advenimiento de Jesús también deben
considerarse con respeto y atención, debiendo el hombre reconocer el necesario reajuste
espiritual para la nueva moral del tercer milenio. 

Pregunta: ¿Cuáles fueron los profetas posteriores a los apóstoles que puedan ser dignos
de confianza?. 

Ramatís: Podemos indicar los siguientes: San Malaquías, el monje Johannes, el cura
D'Ars, Catarina de Emmerick, el poeta bávaro, Santa Odilia, madre Shipton y otros de
menor importancia.
Algunos, como Julio Verne, desdoblaron una genial facultad en los textos de libros
romancescos de predicciones científicas, artísticas y filosóficas. Finalmente, destacamos
a Miguel de Nostradamus 4, que fuera anteriormente uno de los profetas del Viejo
Testamento, y cuyas profecías están en vías de realización (y por no comprenderlas se
les da algunas falsas interpretaciones, demasiado objetivas), que han de concretarse en
su exacto contenido, hasta el fin del siglo presente.
4 Miguel de Nostradamus fue la encarnación de Isaías, uno de los más consagrados
profetas del Viejo Testamento.
Nostradamus, vidente poderoso, avalada voz profética del Espació, relató las profecías
con extraordinaria sensibilidad, por ser un espíritu muy evolucionado, que desciende
por segunda vez de la misma tribu de Issachar, que fue el plantel de profetas más
exquisito señalado por la Biblia. 

Pregunta: ¿En el siglo que vivimos existe algún profeta cuyas profecías sean dignas de
confianza?. 

Ramatís: En la corte de trabajadores proféticos, entre vosotros, encontramos a Karl
Schneider, que también desciende del linaje de los célebres profetizadores de la tribu de
Israel, destacándose como portador de notables predicciones que deben concretarse en
vuestro orbe. Se hace paladín de la idea de un mundo mejor, entre vosotros, y sabemos
que usa el seudónimo de Ernest Izgur. 

Pregunta: Para cerrar este capítulo sobre las profecías, desearíamos saber cuál es el
más insigne de los profetas que habéis conocido en el arte de predecir, ¿nos podéis
indicar su nombre?. 

Ramatís: Es Jesús, el Sublime amigo, el Salvador de la humanidad, quien hizo la
transfusión de la Luz Crística en la superficie anémica de vuestro orbe. Esa es la voz
profética en que debéis y pedéis confiar incondicionalmente, pues el Ungido del Padre
también profetizó y lo hizo con sabiduría y fidelidad. Además, cumplió consigo mismo
aquello que enseñaba primero, y después dijo al hombre debilitado por las pasiones
terrícolas que imitase" su ejemplo, afirmando: "Yo soy el camino, la verdad y la vida".
Os legó, junto a su Evangelio, la profecía trágica del "Fin de los Tiempos" y del "Juicio
final" (Mateo, XXIV): os dejo instrucciones y lecciones inamovibles para que podáis
sobrevivir espiritualmente sobre los eventos catastróficos que se acercan. Y
dirigiéndose a la humanidad en esa predicción angustiosa y trágica, sabiéndola paralítica
y ciega por las pasiones irrefrenables del instinto animalizado, le ofreció la cura a través
de su Divino Evangelio y de su Amor, que redime y salva para la eternidad
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